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Colaboradores

 

Roberto (Coya) Chavero

 

Nací en Capital federal, me crié, en mi primera niñez, en las piedras del Cerro Colorado, con mi padre en el exilio y mi madre acompañando la construcción de un ranchito de piedra en ese lugar. Luego el Colegio francés con su doble escolaridad que me dio el poco conocimiento que tengo de las cosas. Las vacaciones, todas, en el Cerro. Los caballos, mi caballo, el monte y sus bichos, la magia que un lugar así despierta en cualquier niño sensible  acostumbrado a la música y a la poesía, como un hecho natural de la casa. Las clases de piano de mi madre, las clases de guitarra de Marcelo Gonzalez, entrerriano amigo del Tata de aquellos años de su primer exilio (1930), la aventura de la lectura a partir de la adolescencia, sobre todo de poetas de todo el mundo y las novelas de nuestra América. Empezar a cantar a solas con la guitarra nuestras canciones y algunas otras como las musicalizaciones de Paco Ibañez de Miguel Hernandez, Lorca , Gabriel Celaya y otros. Entré a la tarea de hacerme hombre con diversos trabajos. Conocí las calles de Buenos Aires durante el proceso repartiendo pan. Cansado de esto y del silencio al que estaba condenada la tarea de mi padre en el mundo, empecé a realizar una tarea que, muchos años después, me enteré se llamada "hacer prensa". Llevaba a Radio Rivadavia de Buenos Aires pequeñas comunicaciones en las que relataba los recitales que daba mi padre  y los premios que  recibía por todo el mundo sin que casi nadie en su país se enterara. Hasta que vinieron los muchachos de los Falcon a buscarme al dpto. Me escondí y luego de un mes me fui a trabajar un campito en la zona del Pantano (cerca de Cerro Colorado). Trabajé en el campo 15 años. Anduve por el norte de Córdoba y el sur de Santiago todo ese tiempo. Aprendí a moverme y a conocer profundamente esos montes que signaron mi vida allá en la niñez. Y seguí cantando. A veces rodeado de los míos y otras acompañado por la oración y el lucero. Murieron mis padres y me puse al hombro la tarea de llevar adelante  la Fundación y la difusión de las obras de mis padres. Una canción del Tata dice:"el hombre vive diez vidas y muere una sola vez"... Fue otra vida, de contratos, discusiones, abrirse paso entre las marañas burocráticas estatales y privadas. La obra del Tata a veces abría puertas cuando encontraba gente con sensibilidad, otras veces las cerraba. Muchas veces dar con la astucia del facilismo de cumplir con Yupanqui con "el homenaje o el monumento" sin que nada de esto aporte a nuestra cultura. Fui entendiendo con el transcurso de la vida y de los acontecimientos de qué iba de verdad en la obra de mis padres. Entendí que la palabra sacrificio tenía sentido si se transformaba en actos concretos (así entendí un poema de  León Felipe que me acompaña siempre.."que no hagan callo las cosas en el alma"...).

Y un día me puse a cantar frente a otros. Fue en Radio Nacional Bs. As. con Marcelo Perea al piano y con José Ceña en la guitarra (qué lujo!). Luego ir a Porto Alegre, al Foro Mundial Social, cantar en el escenario de los estudiantes en el 2000 un 31 de Enero, justo el aniversario de mi padre. Nadie sabía esto fuera de mí y de mis compañeros. Empezar el recital con una baguala La Pura Verdad y desde allí se dio esto de subir a escenarios a cantar no solo la obra de mi padre sino de otros y alguna canción mía o alguna letra de mi padre musicalizada por mí.  Varias veces volvimos a Brasil, recorrimos el país cantando en teatros y salas. No aspiro a escenarios multitudinarios. He dado charlas para la Unesco, cuestión que me honró muchísimo, sobre la lectura. Su título:"Éramos pobres con libros". Filmé con mi Tata 20 horas de charlas acompañado por un grupo de cineastas de Córdoba dirigidos por Guillermo Lopez, uno de los iniciadores del Canal de Tv de la UNiversidad de Tucumán. He producido 14 CDs de mi padre, la mayoría de inéditos, publiqué junto a Victor Pintos dos libros de mi padre: Cartas a Nenette y Este largo Camino (Sus memorias), participé en el libro Yupanqui-Piazzola que hizo Cultura de la ciudad de Buenos Aires, he organizado recitales, encuentros, dirijo la Fundación que realiza talleres sobre la obra. Una colaboradora de la FAY, María García Vinnent, licenciada en arte generó el proyecto de la Antología que editara el Ministerio de Educación de la Nación y que tuviera notable repercusión en el ámbito educativo, con nuestro material de video, y en colaboración con la productora Brújula se realizaron cuatro programas para el canal Encuentro titulado Los Caminos de Atahualpa, cuya repercusión aún hoy hace que se repita cada tanto, ganador de un Martín Fierro, hemos apoyado la publicación de los libros de partituras de Arturo Zeballos, participé de una versión del Payador Perseguido junto a Las Voces Blancas, el Grupo Vocal Argentino, Cantoral, Golondrina Ruiz y Suma Paz.

 Sigo andando, componiendo, descubriendo canciones y poemas de mi padre, haciendo conocer un vasto repertorio desconocido a músicos e intérpretes. Con la Universidad Nacional de San Luis hemos reeditado los 8 libros que publicara mi padre en vida, editamos El Canto del Viento en España y estamos listos para encarar una nueva edición.

La vida me permitió cantar hace poco, la noche del 30 de Enero,  en un cerro frente  a Tafí del Valle, alumbrado por un fogón y rodeado de gente sensible.

Qué más le puedo decir. Procuro honrar la herencia, sin pedir nada prestado, y que mi actividad constituya un aporte que me sirva para ser cada día mejor persona y que también le sirva a los demás.