Nací en Capital federal,
me crié, en mi primera
niñez, en las piedras
del Cerro Colorado, con
mi padre en el exilio y
mi madre acompañando la
construcción de un
ranchito de piedra en
ese lugar. Luego el
Colegio francés con su
doble escolaridad que
me dio el poco
conocimiento que tengo
de las cosas. Las
vacaciones, todas, en el
Cerro. Los caballos, mi
caballo, el monte y sus
bichos, la magia que un
lugar así despierta en
cualquier niño sensible
acostumbrado a la música
y a la poesía, como un
hecho natural de la
casa. Las clases de
piano de mi madre, las
clases de guitarra de
Marcelo Gonzalez,
entrerriano amigo del
Tata de aquellos años de
su primer exilio (1930),
la aventura de la
lectura a partir de la
adolescencia, sobre todo
de poetas de todo el
mundo y las novelas de
nuestra América. Empezar
a cantar a solas con la
guitarra nuestras
canciones y algunas
otras como las
musicalizaciones de Paco
Ibañez de Miguel
Hernandez, Lorca ,
Gabriel Celaya y
otros. Entré a la tarea
de hacerme hombre con
diversos trabajos.
Conocí las calles de
Buenos Aires durante el
proceso repartiendo pan.
Cansado de esto y del
silencio al que estaba
condenada la tarea de mi
padre en el mundo,
empecé a realizar una
tarea que, muchos años
después, me enteré se
llamada "hacer prensa".
Llevaba a Radio
Rivadavia de Buenos
Aires pequeñas
comunicaciones en las
que relataba los
recitales que daba mi
padre y los premios
que recibía por todo el
mundo sin que casi nadie
en su país se enterara.
Hasta que vinieron los
muchachos de los Falcon
a buscarme al dpto. Me
escondí y luego de un
mes me fui a trabajar un
campito en la zona del
Pantano (cerca de Cerro
Colorado). Trabajé en el
campo 15 años. Anduve
por el norte de Córdoba
y el sur de Santiago
todo ese tiempo. Aprendí
a moverme y a conocer
profundamente esos
montes que signaron mi
vida allá en la niñez. Y
seguí cantando. A veces
rodeado de los míos y
otras acompañado por la
oración y el lucero.
Murieron mis padres y me
puse al hombro la tarea
de llevar adelante la
Fundación y la difusión
de las obras de mis
padres. Una canción del
Tata dice:"el hombre
vive diez vidas y muere
una sola vez"... Fue
otra vida, de contratos,
discusiones, abrirse
paso entre las marañas
burocráticas estatales y
privadas. La obra del
Tata a veces abría
puertas cuando
encontraba gente con
sensibilidad, otras
veces las cerraba.
Muchas veces dar con la
astucia del facilismo de
cumplir con Yupanqui con
"el homenaje o el
monumento" sin que nada
de esto aporte a nuestra
cultura. Fui entendiendo
con el transcurso de la
vida y de los
acontecimientos de qué
iba de verdad en la obra
de mis padres. Entendí
que la palabra
sacrificio tenía sentido
si se transformaba en
actos concretos (así
entendí un poema de
León Felipe que me
acompaña siempre.."que
no hagan callo las cosas
en el alma"...).
Y un día me puse a
cantar frente a otros.
Fue en Radio Nacional
Bs. As. con Marcelo
Perea al piano y con
José Ceña en la guitarra
(qué lujo!). Luego ir a
Porto Alegre, al Foro
Mundial Social, cantar
en el escenario de los
estudiantes en el 2000
un 31 de Enero, justo el
aniversario de mi padre.
Nadie sabía esto fuera
de mí y de mis
compañeros. Empezar el
recital con una baguala
La Pura Verdad y desde
allí se dio esto de
subir a escenarios a
cantar no solo la obra
de mi padre sino de
otros y alguna canción
mía o alguna letra de mi
padre musicalizada por
mí. Varias veces
volvimos a Brasil,
recorrimos el país
cantando en teatros y
salas. No aspiro
a escenarios
multitudinarios. He
dado charlas para la
Unesco, cuestión que me
honró muchísimo, sobre
la lectura. Su
título:"Éramos pobres
con libros". Filmé con
mi Tata 20 horas de
charlas acompañado por
un grupo de cineastas de
Córdoba dirigidos por
Guillermo Lopez, uno de
los iniciadores del
Canal de Tv de la
UNiversidad de Tucumán.
He producido 14 CDs de
mi padre, la mayoría de
inéditos, publiqué junto
a Victor Pintos dos
libros de mi padre:
Cartas a Nenette y Este
largo Camino (Sus
memorias), participé en
el libro Yupanqui-Piazzola
que hizo Cultura de la
ciudad de Buenos Aires,
he organizado recitales,
encuentros, dirijo la
Fundación que realiza
talleres sobre la obra.
Una colaboradora de la
FAY, María García
Vinnent, licenciada en
arte generó el
proyecto de la Antología
que editara el
Ministerio de Educación
de la Nación y
que tuviera notable
repercusión en el ámbito
educativo, con nuestro
material de video, y en
colaboración con la
productora Brújula se
realizaron cuatro
programas para el canal
Encuentro titulado Los
Caminos de Atahualpa,
cuya repercusión aún hoy
hace que se repita cada
tanto, ganador de un
Martín Fierro, hemos
apoyado la publicación
de los libros de
partituras de Arturo Zeballos, participé
de una versión del
Payador Perseguido junto
a Las Voces Blancas, el
Grupo Vocal Argentino,
Cantoral, Golondrina
Ruiz y Suma Paz.
Sigo andando,
componiendo, descubriendo
canciones y poemas de mi
padre, haciendo conocer
un vasto repertorio
desconocido a músicos e
intérpretes. Con la
Universidad Nacional de
San Luis hemos reeditado
los 8 libros que
publicara mi padre en
vida, editamos El Canto
del Viento en España y
estamos listos para
encarar una nueva
edición.
La vida me permitió
cantar hace poco, la
noche del 30 de Enero,
en un cerro frente a
Tafí del Valle,
alumbrado por un fogón y
rodeado de gente
sensible.
Qué más le puedo decir.
Procuro honrar la
herencia, sin pedir nada
prestado, y que mi
actividad constituya un
aporte que me sirva para
ser cada día mejor
persona y que también le
sirva a los demás.